Porco Rosso y el peso de lo moral - El ciclo del animal-novio desde la perspectiva de Miyazaki
- Mateo Montoro
- 8 feb
- 4 Min. de lectura
En 1992 Studio Ghibli estrenó Porco Rosso, una película animada dirigida por Hayao Miyazaki, en la que cuenta la historia de Marco, un piloto de aviones del adriático de la época de entre guerras. La película tiene una peculiaridad, ya que nos presenta un universo lógico como el nuestro, con la diferencia de que el protagonista es un cerdo humanoide, un principio que se ve mucho en las maldiciones de los cuentos de hadas.
El simbolismo que se maneja detrás de la obra, es independiente del momento histórico, de los códigos morales de la cultura, tanto país (Italia), como del gremio en el que se mueve el personaje (pilotos de aviones). Porque de lo que realmente nos habla es de necesidad de equilibrar los procesos de sociabilización con nuestra propia moral ¿Cómo puede un soldado fascista, adoctrinado por su cultura, cuestionarse si está bien o mal lo que está haciendo?
Marco, se convierte en cerdo, una representación metafórica del proceso que en la psicología analítica se conoce como identificación con la Sombra. Esto es, identificarte con todos los aspectos tuyos que has reprimido o rechazado, pero que aún se encuentran latentes en nuestro inconsciente.
Por medio de los mecanismos de socialización, nuestros padres principalmente, y también el entorno, nos van pautando que cosas están permitidas y que cosas están prohibidas, un concepto que suena familiar cuando conoces el Superyo freudiano. Esta crianza, va desde cosas más universales como pueden ser el no dañar/matar, no robar, pasando por aspectos más centrados en una cultura o credo (no comer cerdo o vaca, sexo fuera del matrimonio) hasta mandatos familiares (tal día de la semana es para la familia, los que no se dedican a ciertas profesiones son vagos).
De esta forma se nos da a entender que Marco se convierte en un cerdo, un ser desagradable y sin dignidad a ojos de él y una sociedad manipulada, por creer que todo aquel que se revela contra el sistema fascista es un traidor.
Por más que seguramente no fuera su intención, Miyazaki respeta en esta historia un solo elemento de los tres que Bruno Bettelheim explica que suele haber en los cuentos del ciclo del animal-novio. Y es la ignorancia del cómo, cuándo y por qué fue transformado en cerdo. Sin embargo, los otros dos elementos pueden verse de alguna forma también en el relato. En primer lugar, no en la obligación directa por parte del padre, pero si la motivación paterna por la que Fio decide acompañar a Porco. Algo que ya hemos visto en La bella y la bestia, donde Bella no es obligada por el padre a convivir con Bestia, sino por protegerle.
El tercer elemento, es más difícil de ver, ya que no se habla ni se hace referencia a ninguna bruja que sea la responsable de la fechoría. Sin embargo, una característica muy común en esto es el no culpar, y fundamentalmente no castigar al responsable. Porque se entiende que esta “maldición” es necesaria para un desarrollo psíquico del personaje, tal y como sucede en el cuento del “Rey Rana”. En este caso, es consecuente la ausencia de la bruja, que suele ser un símbolo de los aspectos negativos de la madre/madrastra, pero en el caso de Porco y la sociedad de entreguerras, la maldición era colectiva, la denigración y rechazo por ciertos códigos morales eran culturales.
Finalmente, y por supuesto no podía faltar, la necesidad del beso del ser amado para poder romper el hechizo. Algo que en Porco Rosso en realidad se meta-comunica como solución posible por la experiencia de los cuentos de hadas, pero que aparentemente en el final es lo que soluciona la transformación, pero ¿por qué se da esto?
Convertirnos en cerdos en nuestra sociedad, sería el primer paso donde rompamos con una moral impuesta, que no necesariamente queramos compartir. Implica someterse a un aislamiento y rechazo. La clave no está en ir por la vía de lo ilícito per se, sino en la búsqueda de la propia moral, el proceso de Porco es el cual uno se cuestiona las normas culturales y busca vivir según aquella con la cual pueda estar en paz.
Pero entonces, ¿todo aquel que se somete a este camino está destinado a la soledad y el rechazo del resto? La salud, a menos en lo que respecta a la psíquica, tiene mucha relación con el equilibrio, equilibrar las fuerzas conscientes vs las inconscientes, de ahí la identificación con la sombra. Identificarse totalmente con los aspectos inconscientes es tan negativo como convencerse que la única realidad aceptable es la consciente. De ahí la necesidad de Fio, como de todas las heroínas que con su energía logran romper el hechizo.
E aquí la pregunta que entraña en si la solución a dejar de vernos como cerdos por ir en contra de nuestra cultura ¿Por qué Fio, y no es Gina la que posibilita deshacer el hechizo? Gina como compañera de Marco, representa la depresión en términos de quedarse estancado en el pasado, dueña de un hotel en medio del agua, enamorada y casada de tres pilotos muertos en guerra, y aparentemente enamorada de Porco, añorando los viejos tiempo, y por sobre todo con una imagen pasiva, esperando en su jardín, que las cosas pasen. Por otro lado, Fio representa lo juvenil, y por tanto lo que aún no ha sido corrompido, el querer viajar y no dudar de adaptar el avión para poder irse de su casa a una aventura, esa actitud activa frente a la vida y ansias de futuro equilibrada con el disfrute del momento (sin caer en la ansiedad) es lo que le da a Fio la capacidad de darle ese equilibrio a Porco para que vuelve a aceptarse y convertirse nuevamente en Marco.
Bettelheim, Bruno. Psicoanálisis de los cuentos de hadas
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